viernes, 26 de febrero de 2016

Te extraño.

Te extraño. Ya me tiene cansada el hecho de que siempre hayan cosas en nuestro camino que nos impongan vernos. De verdad, ¿tan difícil es el quererte, que siempre pasa algo que nos aleja? Estoy cansada, quiero verte y darte besitos y poder darte amor; decirte cuanto te amo, y mimarte como siempre lo hago. Te extraño. Quiero llorar ahora, soy débil, lo sé. Pero me hace fuerte pensar que nos veremos dentro de poco, aunque sea, quiero que sean 15 minutos. Me encantas, con tu tipo de personalidad, aunque seas muchas veces frío. Ese frío, me heló el cuerpo, no lo pude evitar, me llego al corazón y se quedo arraigado allí. Pero en vez de enfriarse se calentó. Dicen que menos por menos da más, y este es nuestro caso ¿cierto? Te amo.

Anya Mad.

domingo, 21 de febrero de 2016

Querida amiga.

Sé que las discusiones, las peleas y las batallas; fueron más y les ganaron. Pero espero que si están destinados a estar juntos, el día de mañana llegue un motivo para que sus caminos se vuelvan a encontrar.

Anya Mad.

jueves, 18 de febrero de 2016

Sólo te extraño.

Me han entrado ganas de verte. No en persona, sino, esas ganas de saber que estás haciendo, o si también quieres verme. Si estás pensando en mi, o si estás sonriendo. Tengo ganas de verte.

Anya Mad.

martes, 16 de febrero de 2016

Mi felicidad.

En este mundo, son muchas las cosas que te pueden hacer feliz. Cada persona te puede decir una infinidad de cosas de las cuales jactarse, diciendo que los hace feliz. Pero entre todas esas cosas, que cambian mi ánimo, y me hacen estar feliz. Estás tú, y sólo tú.

Anya Mad.

Hablando con la luna.

Anoche me habló la luna, me dijo que me extrañabas. No le creí. La última vez qué supe de ti, estabas ausente, postergado en el tiempo y parado en el infinito. Sabia de tu existencia; de tu forma de caminar, el cómo y qué estabas haciendo con tu vida, con quién habías estado tu ultimo tiempo y hasta a qué partes habías ido cuando te sentías triste. Pero de todas esas cosas, no sabia que me extrañabas. Tache a la luna de mentirosa, un ruin que sólo quería verme sufrir de nuevo. No lloré, sólo deje que mis sentimientos volvieran. Así que a ella, le pedí un pequeño favor. Que te dijera que te extraño.

Anya Mad.

domingo, 14 de febrero de 2016

San Valentín.

Hace tiempo no sabía de ti. Hace tiempo quería demostrarte lo que siento por ti. Hace tiempo que mi cuerpo no reconocía nada de ti. Y hoy ya es tiempo de saber que estás hecho para mi. ♥

Anya Mad.

Feliz San Valentín, deseo que este día lo hayan pasado con las personas que quieren y aman. Que no hayan vuelto parte de la triste realidad que hoy vivimos, que no se hayan hecho uno más del maldito comercio y lucratividad. Felices sean, entre tanta belleza. ♥

sábado, 13 de febrero de 2016

Saludos.

Hola, bueno... Sé por medio de las estadísticas que de todo el mundo, en muchas partes, me están leyendo. Pero me encantaría que se animaran a escribirme, a comentar, a criticar (sea bueno o malo) y hasta a compartir si es que les gustó. De verdad, seria maravilloso. Mil gracias, a todos. ♥

Explain.

Realmente no lo sé, es complicado el describirlo.
Al igual que amarnos, es difícil el vivirlo.
Sentimos muchas emociones que son difíciles de explicar.
Como dos tórtolos enamorados, no creo hayan otros igual.

Anya Mad.

viernes, 12 de febrero de 2016

Besos.

Feel.

Realmente no lo sé, es complicado el describirlo.
Al igual que amarnos, es difícil el vivirlo.
Sentimos muchas emociones que son difíciles de explicar.
Como dos tórtolos enamorados, no creo hayan otros igual.

Anya Mad

Pain.

Encerrada en mi habitación,

pinto con dolor. 

Pared por pared. 

Mis manos emanan un ardor. 

Busco por las grietas de la pared. 

Huelen a clavel. 

Refriego mis sucias manos por la cara. 

¿Escuchas la llamada?. 

Es la muerte llevándose a mi alma. 

Me recuesto en el piso y miro el techo. 

Es todo negro, y siento un pito. 

Dejo mis manos en mi pecho. 

Y exhalo de nuevo el olor a clavel. 

¿Sientes el olor?

Es mi sangre llevándose todo mi dolor. 

                                                                   -Javiera 

jueves, 11 de febrero de 2016

Camille.

Camille se fue de mi casa dos horas después de lo ocurrido. No estaba orgulloso de lo que pasó, había logrado avanzar mucho el último tiempo y se arruinó todo en segundos. Cuando era un niño tenía una vecina de mi edad, la pequeña se llamaba Camille Darren, fuimos los mejores amigos durante 5 años. Al entrar a la secundaria, Camille sufrió un accidente y perdió toda la memoria. A los meses del accidente, un hombre abuso de ella, no sexualmente pero si física y psicológicamente. De ahí ella solo confía en su familia y se me ha hecho imposible acercarme a ella.

Ruth y Cristian llegaron a casa y se sorprendieron que hubiera hecho la cena. Yo cocinaba solo cuando estaba fines de semanas enteros en casa, sin ellos. Comimos y subí a mi cuarto, lo miré y me encontré realmente a gusto ahí; la pared era de un color gris oscuro, la cama estaba con un cobertor negro, tenía cortinas azules en las ventanas, las cuales daban a un balcón un poco pequeño pero que hacía de mis días de lluvia algo mucho más agradable. Tenía un sillón al lado de mis instrumentos de música. Al lado de la cama tenía un escritorio, en el cual tenía un computador y una radio. Arriba de él, había un estante grande que estaba repleto de libros. La pared que estaba detrás de la cama, tenía colgados en ella muchos cuadros. Dos de ellos estaban hechos por Camille. En una venta de garaje ella vendió sus pinturas; en una de ellas había un cuervo mirando debajo de la rama a un pajarito, del cuervo se desprendían muchos colores, que habían empezado a salir de sus alas. Y el otro cuadro era un árbol deshojado y de colores lúgubres que apenas le llegaba la luz del sol. Me dormí muy tarde, no podía conciliar el sueño pensando en lo ocurrido con Camille.

En la mañana del día siguiente no quería absolutamente nada, pretendía quedarme acostado todo el día. ¿Cómo vería a Camille con los mismos ojos?, ¿Le podría hablar normalmente? O ¿Podría siquiera soportar verla y no dirigirle la palabra? Tocaron la puerta de mi habitación, era Ruth.

-Está listo el desayuno, con tu Papá vamos a ir a un viaje de negocios, si necesitas algo llámanos, los números de emergencia están en la neve...

-Mamá tranquila, sé que hacer –la miré y luego aparté la vista-. No es la primera vez que me quedo sólo, además no será la última.

-Está bien, solo te pido que te cuides y a la casa también. Duerme temprano, cepilla tus dientes, come y recuerda que puedes llamarme.

-De acuerdo, cuídense.

Me levanté e hice caso omiso a mis pensamientos de no ir a la secundaria. Debía al menos ver a Camille. Si se encontraba bien, o si necesitaba cualquier cosa. Fui a la ducha, y deje que el agua se llevara todos los malos pensamientos. Todo estaría bien, ¿cierto? Eso quiero creer.

Llegue a la escuela y todo estaba en orden, era un día normal después de todo. Martes por la mañana siempre era así, como si a los alumnos les entrara algo similar a una fiebre. Todos callados por los pasillos, vagando y casi sin charlar. Entré a la clase y fui hacía donde estaba Benjamín.

-¿Has visto quien anda por los pasillos con Martin Haggard?- pregunta Ben, con un tono de celos en su voz.

-¿Te refieres a ese chico de cuarto año, que tiene siempre puesto un pañuelo en sus pantalones? –me río-. La verdad es que me imagino, que con él, se encuentra Emily… O quizás me equivoco, no lo sé.

-Ella. Se olvidó que hace una semana aún andábamos juntos –cierra los puños encima de sus rodillas-. Nada de respeto hacia la relación que teníamos.

-Tranquilo, tú sabes que esto pasaría en algún momento- Le doy unas palmaditas de consuelo en la espalda-. Él fue el motivo de que ustedes dos ya no estén juntos, Ben.

-Solo quería que tuviera algo de corazón Dylan, solo quería al menos saber que –hace una pausa y solloza un poco-. Que aún me quería.

Lo abrazo y comienzo a subirle el ánimo hasta que llegó el profesor. En ningún momento vi entrar a Camille. Y ahí empiezan mis interrogantes. Jamás falta a una clase del profesor Willy, jamás.

Las clases pasaron muy rápido, y en todo el día no se supo nada acerca de Camille. Es cierto que tengo su número móvil, pero no puedo mandarle mensaje alguno. Le es extraño ese tipo de contacto. No sabía qué hacer. Le pregunté a Maggie, la joven que veo que le habla en los recesos. Pero su respuesta fue negativa, no sabía dónde se hallaba. Le pedí que la llamara, y me respondió que me mantendría informado.

Llegue a mi casa y sólo pude pensar en Camille. Últimamente lo hacía bastante, y la verdad es que me gustaba sentir eso. Sentir al pensar en alguien tanta paz y euforia al mismo tiempo. Si es que lo podía llamar así, ya que hace mucho se sabía distinto. Como si fuera pasión, amor, paz, desorden, discordia, armonía y tranquilidad en una sola cosa. Camille era todo eso. Me hacía sentir todo eso. Algo que cuando niños no quise aceptar, y que ahora de mayor… Solo me queda lamentar.

Fui a ver algo de comer a la cocina, y en el pasillo de la entrada, vi que debajo de la puerta había una carta. Me aproximé donde se encontraba y la tomé. Era de ella. Salí corriendo a ver si aún se encontraba cerca. Pero ya se había ido.

     “Dylan:
            Sé que no nos conocemos muy bien, ni mucho menos ser grandes amigos. Pero me encantaría saber tu disponibilidad de tiempo para poder salir. Claro, a terminar el trabajo. El día de ayer, no tuvimos el tiempo suficiente para terminarlo, y me preocupa Biología. Me es una prioridad. Lo siento si te incomodé ayer, no fue mi intención. Si gustas puedes venir a mi casa, aquí debajo dejaré mi dirección y mi numero móvil para que nos contactemos. No me gustan mucho estos aparatos tecnológicos, pero si necesitas algo, solo llama. Y por cierto, aquí tengo los materiales suficientes para terminar el pedido de la profesora Marcel. 

Pd: Me encantaría, si no es mucho pedir; que por favor me prestes los apuntes de la clase de hoy. Tuve una negligencia de la cual preocuparme y no pude asistir a clases.

               Se despide atentamente Camille Darren.

Mañana la llamaría y le preguntaría que día le acomodaba más para terminar el trabajo. No era una carta precisamente muy larga. Pero me agradaba la idea de que no le hubiera pasado nada. Y de que se hubiera preocupado lo suficiente como para mandar una carta. Era simplemente ella. Y nadie más que ella.

Salí a dejar el currículo al supermercado que necesitaba gente, me atendió una anciana muy simpática, de unos setenta años de edad. Luego de haber terminado ese trámite, me dispuse a caminar hasta donde me llevaran mis pies. Muchas veces lo hacía, caminar sin rumbo alguno y conocer lugares nuevos en esta ciudad tan grande. LLegué a una plaza que estaba rodeada de edificios grandes y de pocos arboles. No me gustaba la idea de tener que observar solamente edificios, pero tenía mis audífonos y eso serviría. Me senté en una banca debajo de un manzano y cerré los ojos para disfrutar de la música.

El atardecer estaba hermoso. No soy de las personas que toman fotos a cada cosa que ven, pero si tuviera una buena cámara en este momento, la aprovecharía para mantener en el tiempo este precioso cuadro. Eran una gama de colores inimaginables; desde rojo, pasando por violeta, hasta llegar al celeste. Las nubes eran muy escasas debajo del sol, pero estaban llenas de color y vida.

Una niña de vestido blanco, con pelo color plateado, estaba columpiándose casi al frente mío. Tendría aproximadamente unos nueve años. Estaba tarareando una melodía muy armoniosa, hipnotizante. Me quedó mirando y con su pequeña mano comenzó a llamarme. Moviendola hacia ella, atrayéndome. Me paré y me acerqué donde se encontraba, quedando a unos centímetros de ella. Se sonrió y se levantó de su asiento, caminando hacia atrás. Evaporándose en el aire, dejando solo una estela de su rastro.

Continuará.

Camille.

Salí de mi casa cansado de tanta hipocresía y tanto cinismo de quienes decían ser mis padres, solo eran un par de extraños con ganas de cuidar un niño para recibir buenos comentarios de la "sociedad". Mis padres biológicos murieron en un accidente de carretera cuando yo solo tenía 4 años, llevaba unos años en esa casa y no se me había hecho fácil la estadía ahí, tengo actualmente 17 años y ya quiero cumplir 18 para poder armar una vida solo.

Iba camino al parque de la ciudad, era un lugar algo ruidoso para mi gusto; pero me gustaba. Se podían juntar adolescentes de todas las edades, no les importaba si tenías dinero o no; solo les interesaba platicar un rato y divertirse. El parque era muy grande, tenía el tamaño de unas 6 cuadras de largo y de ancho unas 4. Los arboles eran los más grandes que había visto nunca, con diversos colores y formas. Mi favorito era un cerezo, el único allí. Se encontraba alejado del resto, cerca de un rio; el cual bajaba del cerro que conectaba lo rural con la civilización. El parque en sus alrededores eran solo cerros y eso hacía de aquel parque algo genial. Cuando tenía problemas no era el típico joven que salía con amigos y se emborrachaba para poder olvidar aquello que me hizo mal, o quedarse en casa a lamentarse y dañarse a sí mismo. Me sentaba bajo el cerezo y me ponía a leer un buen libro, a tocar guitarra, escuchar música, o solo a tomar una siesta. No era un nerd, ni tampoco el chico más popular de la escuela, era problemático, y Ruth con Cristian siempre me lo recriminaban. Muchas veces llegaba de noche a mi casa, pero era porque me quedaba pensando, pero me hacía bien.
Fui directo hacia el cerezo, pero estaba ocupado; bajo la gran sombra del magnífico árbol, se encontraba una joven pequeña: de pelo negro y muy corto, ropa muy oscura. Llevaba en su regazo un cuaderno y un lápiz, sus manos eran delicadas y movía el lápiz como si fuera una pluma, llevaba unos audífonos grandes y su cabeza danzaba al compás de la música.

Era Camille, la niña más distraída de la clase pero a la vez la que tenía mejores calificaciones. Me gustaba su forma de expresarse, la admiraba. Siempre fue retraída, pero cada vez que sonreía podía alegrar a cualquiera, sin duda era la mejor sonrisa del mundo. Me acerque a ella y la mire unos segundos. Me miró un tanto extrañada. Dibujaba increíble.

-ho-holaa- dice ella mientras cierra de improviso su cuaderno.

Sonrío en mi interior y contesto- ¿Qué dibujabas?, ¿puedo ver?- me mira, y abre su cuaderno un poco nerviosa, me muestra una niña tocando la guitarra, con un montón de colores emanando de su cuerpo-. Wow, dibujas increíble, sigue así-

-Gr-gracias- sonríe y mira temerosa sus manos, las cuales estaban pintadas de muchos colores, las esconde en su polerón en un reflejo.

Realmente era muy tierna, su timidez me encantaba. Solo me daban ganas de protegerla y cuidarla, abrazarla y no soltarla. - Me puedo sentar a tu lado, ¿Camille?- me mira con sus preciosos ojos grandes, y se sonroja.

-Bueno, pe-pero, ten cuidado- miré el pasto y estaban todos sus lápices dispersos. Me reí y los recogí, se los pasé y me senté a su lado, mientras veía como expresaba sus sentimientos a través de un dibujo.

Llegue a mi casa a eso de las 22:00 de la noche, deje las llaves en la mesa de la entrada y trote hacia las escaleras directo a mi habitación. Cerré la puerta y me tire en la cama, deje que el sueño me dominara.

Al día siguiente desperté y había una nota en el velador, era Ruth y había ido de compras con Cristian. Fui al armario y solo me cambie de polerón. Bajé a la cocina y saque unas tostadas y una caja de jugo. Era domingo y hoy no tenía ningún plan. Camine por las afueras del instituto y me encontré con Tom, mi mejor amigo.

-Hey, ¿qué tal?- le doy un pequeño golpe en la espalda y veo lo que estaba haciendo.

-Hola, bien, me pillaste –se ríe-. Estaba algo ocupado, necesito ayuda. ¿Me acompañas?- afirmo con la cabeza y lo ayudo. Estábamos en el suelo, haciendo un video en el computador para su novia. Ya llevaban 5 años como novios y siempre había escuchado de parte de él, que nunca peleaban y que eran una pareja ideal. Ella era muy tranquila y él todo lo contrario, sin duda se complementaban mucho.

A eso de las cuatro de la tarde habíamos terminado el video, yo lo grabe mientras él hablaba de sus años con ella. Todo lo que la había amado hasta ahora, y todo lo que ella lo ha ayudado a superar sus miedos y que ahora si era mejor persona, era por ella. En resumen.

Me dirigía a mi casa a paso ligero, era aún temprano y podía comprar algo en el supermercado, antes de que oscureciera. Llegue a mi casa con dos bolsas de comida. Me fui a mi habitación y empecé el festín, tocando guitarra y componiendo lo que sería mi segunda canción. 

Me levanté y apagué el despertador. Me puse unos jeans, una polera, zapatillas de lona, y una chaqueta de cuero. De camino al establecimiento me iba comiendo una deliciosa manzana. Me encontré con Camille y la mire unos segundos para saludarla con la mano. Pensé en ir y asombrarla pero me dio miedo, no teníamos tanta confianza o no éramos tan amigos para poder hacer ese tipo de juegos.

Entramos a la clase, teníamos a la primera hora biología y nos tocaba duro con la profesora Marcel, quien era nuestra profesora jefe también. Llegue a mi asiento junto a Tom y saque mis cuadernos, pero la profesora ordeno no sacar nada aún.

-Buenos días estudiantes, hoy comenzaremos un proyecto nuevo, el cual consiste en representar la estructura del ADN con materiales reciclados. Las parejas para hacerlo más equitativo van a ser escogidos por sorteo. Aquí tengo todos los nombres de ustedes- pensando, no me asustaba con quien podía hacer el trabajo, para cosas manuales siempre fui bueno, pero no se me daba pintar-. Así que por lista van a ir pasando y escogerán un solo papel de la bolsa. Ese será su compañero para la exposición.

Habían pasado 6 alumnos antes de Camille y le tocó sacar un papel. Cuando se sacaba ese papel, la persona que salía, tenía que sentarse junto a su pareja. Camille miro su papel y se sonrojo, me miro y vino hacia mí. Dejó el papel sobre la mesa y se fue a su puesto. Abrí el papel y salía mi nombre escrito en el. Debo admitir que me sorprendí, pero me pare con mis cosas y fui hacía Camille lo más desafiante que pude. No quería que me molestara nadie en el curso. Me senté junto a ella y la mire fijo, se sonrojo y corrió la vista hacia la ventana. Miré hacia adelante donde se encontraba la profesora y me sonreí por lo que el destino me tenía preparado.

Toda la clase Camille permaneció callada y no mostraba interés alguno, al que yo me sentara junto a ella.

-¿Cómo lo haremos para el trabajo? ¿voy yo a tu casa o tu a la mía?- le dije a Camille mientras salíamos por la puerta de la sala.

-Yo puedo ir a tu casa si gustas, pero pretendía hacer esto sola, si no te molestaba.

-Quiero hacer este trabajo. Ven a mi casa este fin de semana, el sábado a las 17:00. Préstame tu cuaderno -me miró algo confusa y me pasó su cuaderno-. Toma, aquí está mi número y mi dirección. Si necesitas algo solo llámame, o yo te llamo.- le guiñe un ojo y seguí caminando... sabía que no estaba bien hacer eso, pero me gustaba el cómo se sonrojaba Camille con unos simples coqueteos.

A la salida solo fui a casa, pero antes pase a un supermercado nuevo. Lo habían abierto a unas cuadras de donde vivía. Entré y en una caja había un cartel en el que pedían personal para empaquetar las cosas. Me aproximé a servicio al cliente y pregunte por los vacantes. En mi casa no había nadie, y fui a la cocina a buscar comida. Subí a mi habitación y encendí el computador. Pretendo trabajar ahí para gastar un poco de tiempo, la mayoría de las veces solo duermo, no salgo con amigos. Es verdad que tengo buenos amigos, pero la mayoría son falsos. Es algo recurrente, pero era horrible la sensación de soledad. Imprimí mi currículum y empecé a leer un libro. Estaba a la mitad del libro, en una batalla entre licántropos y hechiceros, que entraron a la torre que había ahí. Tocaron la puerta en dos oportunidades y bajé un poco molesto.

-Ya voy, ya vo…- tocaron la puerta por tercera vez y ya estaba enojado-. ¡Dije que ya venía!- abrí la puerta y había una tímida Camille en el marco de la puerta, con unos ojos inmensos, asustada mirándome.

-Perdón, n-no quería molestar-me sonreí y la invite a que pasara.

-No te preocupes, fue culpa mía. Toma asiento por favor.- le indique el sillón del salón y fui a buscar algún refresco a la cocina.

-Perdón si vine hoy, pero encuentro que es mejor hacer el trabajo ahora. Así no nos atrasamos con alguna otra cosa- me sonrío y cerro sus ojos achinándolos. Camille tenía un rostro casi perfecto, todo en su cara era simétrico. Es verdad que sus ojos eran grandes y la nariz también, pero sus cejas y labios encajaban perfectamente en ese puzzle.

Estábamos en la mesa de la cocina, ella revisaba su libro de biología y yo preparaba una salsa para tallarines. Me había dicho que no comía de la mañana. Ella se paró a buscar un vaso de agua y me ofreció ayuda con la comida. Le pedí que cortara la mitad de una cebolla. La cocina era muy pequeña, así que mientras ella cortaba, yo traté de pasar por detrás de ella sin tocarla; para ir a buscar las salsas a la despensa, pero Camille en ese preciso momento se dio vuelta para decirme que estaba listo. Quedamos mirándonos una fracción de segundos y no pude resistir lo cerca que estábamos. Sentía su respiración a flor de mi piel, entrecortada, agitada, nuestros cuerpos inmóviles pero extasiados por el momento. Solo pensé en besarla, la subí al mueble detrás de ella y me abrazó con sus brazos y piernas. No pude hacerle nada, solo le pude besar su hermoso, largo y delicado cuello. Me separe de ella no sin antes mirarla, no podía hacerle daño, no debía. Camille bajo la mirada y se tocó su cuello con sus finos dedos, me aleje del mueble para buscar la salsa... 

Continuará. 

miércoles, 10 de febrero de 2016

Mi mundo perfecto

Hola, comenzare informando de un texto/novela, que empecé el año pasado, a mediados de Julio. Quizás no este terminada, pero pienso hacerlo lo antes posible. No se me ha hecho fácil poder tener el tiempo adecuado para actualizarla. Aquí les dejo el link. Gracias de ante mano. <3
https://www.wattpad.com/story/43799666-mi-mundo-perfecto