Salí de mi casa cansado de tanta hipocresía y tanto cinismo
de quienes decían ser mis padres, solo eran un par de extraños con ganas de
cuidar un niño para recibir buenos comentarios de la "sociedad". Mis
padres biológicos murieron en un accidente de carretera cuando yo solo tenía 4
años, llevaba unos años en esa casa y no se me había hecho fácil la estadía
ahí, tengo actualmente 17 años y ya quiero cumplir 18 para poder armar una vida
solo.
Iba camino al parque de la ciudad, era un lugar algo ruidoso
para mi gusto; pero me gustaba. Se podían juntar adolescentes de todas las
edades, no les importaba si tenías dinero o no; solo les interesaba platicar un
rato y divertirse. El parque era muy grande, tenía el tamaño de unas 6 cuadras
de largo y de ancho unas 4. Los arboles eran los más grandes que había visto
nunca, con diversos colores y formas. Mi favorito era un cerezo, el único allí.
Se encontraba alejado del resto, cerca de un rio; el cual bajaba del cerro que
conectaba lo rural con la civilización. El parque en sus alrededores eran solo
cerros y eso hacía de aquel parque algo genial. Cuando tenía problemas no era
el típico joven que salía con amigos y se emborrachaba para poder olvidar
aquello que me hizo mal, o quedarse en casa a lamentarse y dañarse a sí mismo.
Me sentaba bajo el cerezo y me ponía a leer un buen libro, a tocar guitarra,
escuchar música, o solo a tomar una siesta. No era un nerd, ni tampoco el chico
más popular de la escuela, era problemático, y Ruth con Cristian siempre me lo
recriminaban. Muchas veces llegaba de noche a mi casa, pero era porque me
quedaba pensando, pero me hacía bien.
Fui directo hacia el cerezo, pero estaba ocupado; bajo la
gran sombra del magnífico árbol, se encontraba una joven pequeña: de pelo negro
y muy corto, ropa muy oscura. Llevaba en su regazo un cuaderno y un lápiz, sus
manos eran delicadas y movía el lápiz como si fuera una pluma, llevaba unos audífonos
grandes y su cabeza danzaba al compás de la música.
Era Camille, la niña más distraída de la clase pero a la vez
la que tenía mejores calificaciones. Me gustaba su forma de expresarse, la
admiraba. Siempre fue retraída, pero cada vez que sonreía podía alegrar a
cualquiera, sin duda era la mejor sonrisa del mundo. Me acerque a ella y la
mire unos segundos. Me miró un tanto extrañada. Dibujaba increíble.
-ho-holaa- dice ella mientras cierra de improviso su
cuaderno.
Sonrío en mi interior y contesto- ¿Qué dibujabas?, ¿puedo
ver?- me mira, y abre su cuaderno un poco nerviosa, me muestra una niña tocando
la guitarra, con un montón de colores emanando de su cuerpo-. Wow, dibujas increíble,
sigue así-
-Gr-gracias- sonríe y mira temerosa sus manos, las cuales
estaban pintadas de muchos colores, las esconde en su polerón en un reflejo.
Realmente era muy tierna, su timidez me encantaba. Solo me
daban ganas de protegerla y cuidarla, abrazarla y no soltarla. - Me puedo
sentar a tu lado, ¿Camille?- me mira con sus preciosos ojos grandes, y se
sonroja.
-Bueno, pe-pero, ten cuidado- miré el pasto y estaban todos
sus lápices dispersos. Me reí y los recogí, se los pasé y me senté a su lado,
mientras veía como expresaba sus sentimientos a través de un dibujo.
Llegue a mi casa a eso de las 22:00 de la noche, deje las
llaves en la mesa de la entrada y trote hacia las escaleras directo a mi habitación.
Cerré la puerta y me tire en la cama, deje que el sueño me dominara.
Al día siguiente desperté y había una nota en el velador,
era Ruth y había ido de compras con Cristian. Fui al armario y solo me cambie
de polerón. Bajé a la cocina y saque unas tostadas y una caja de jugo. Era
domingo y hoy no tenía ningún plan. Camine por las afueras del instituto y me encontré
con Tom, mi mejor amigo.
-Hey, ¿qué tal?- le doy un pequeño golpe en la espalda y veo
lo que estaba haciendo.
-Hola, bien, me pillaste –se ríe-. Estaba algo ocupado,
necesito ayuda. ¿Me acompañas?- afirmo con la cabeza y lo ayudo. Estábamos en
el suelo, haciendo un video en el computador para su novia. Ya llevaban 5 años
como novios y siempre había escuchado de parte de él, que nunca peleaban y que
eran una pareja ideal. Ella era muy tranquila y él todo lo contrario, sin duda
se complementaban mucho.
A eso de las cuatro de la tarde habíamos terminado el video,
yo lo grabe mientras él hablaba de sus años con ella. Todo lo que la había
amado hasta ahora, y todo lo que ella lo ha ayudado a superar sus miedos y que
ahora si era mejor persona, era por ella. En resumen.
Me dirigía a mi casa a paso ligero, era aún temprano y podía
comprar algo en el supermercado, antes de que oscureciera. Llegue a mi casa con dos bolsas de comida. Me fui a mi habitación
y empecé el festín, tocando guitarra y componiendo lo que sería mi segunda
canción.
Me levanté y apagué el despertador. Me puse unos jeans, una polera,
zapatillas de lona, y una chaqueta de cuero. De camino al establecimiento me
iba comiendo una deliciosa manzana. Me encontré con Camille y la mire unos
segundos para saludarla con la mano. Pensé en ir y asombrarla pero me dio
miedo, no teníamos tanta confianza o no éramos tan amigos para poder hacer ese
tipo de juegos.
Entramos a la clase, teníamos a la primera hora biología y
nos tocaba duro con la profesora Marcel, quien era nuestra profesora jefe también.
Llegue a mi asiento junto a Tom y saque mis cuadernos, pero la profesora ordeno
no sacar nada aún.
-Buenos días estudiantes, hoy comenzaremos un proyecto
nuevo, el cual consiste en representar la estructura del ADN con materiales
reciclados. Las parejas para hacerlo más equitativo van a ser escogidos por
sorteo. Aquí tengo todos los nombres de ustedes- pensando, no me asustaba con
quien podía hacer el trabajo, para cosas manuales siempre fui bueno, pero no se
me daba pintar-. Así que por lista van a ir pasando y escogerán un solo papel
de la bolsa. Ese será su compañero para la exposición.
Habían pasado 6 alumnos antes de Camille y le tocó sacar un
papel. Cuando se sacaba ese papel, la persona que salía, tenía que sentarse
junto a su pareja. Camille miro su papel y se sonrojo, me miro y vino hacia mí.
Dejó el papel sobre la mesa y se fue a su puesto. Abrí el papel y salía mi
nombre escrito en el. Debo admitir que me sorprendí, pero me pare con mis cosas
y fui hacía Camille lo más desafiante que pude. No quería que me molestara
nadie en el curso. Me senté junto a ella y la mire fijo, se sonrojo y corrió la
vista hacia la ventana. Miré hacia adelante donde se encontraba la profesora y
me sonreí por lo que el destino me tenía preparado.
Toda la clase Camille permaneció callada y no mostraba interés
alguno, al que yo me sentara junto a ella.
-¿Cómo lo haremos para el trabajo? ¿voy yo a tu casa o tu a
la mía?- le dije a Camille mientras salíamos por la puerta de la sala.
-Yo puedo ir a tu casa si gustas, pero pretendía hacer esto
sola, si no te molestaba.
-Quiero hacer este trabajo. Ven a mi casa este fin de
semana, el sábado a las 17:00. Préstame tu cuaderno -me miró algo confusa y me pasó
su cuaderno-. Toma, aquí está mi número y mi dirección. Si necesitas algo solo llámame,
o yo te llamo.- le guiñe un ojo y seguí caminando... sabía que no estaba bien
hacer eso, pero me gustaba el cómo se sonrojaba Camille con unos simples
coqueteos.
A la salida solo fui a casa, pero antes pase a un
supermercado nuevo. Lo habían abierto a unas cuadras de donde vivía. Entré y en
una caja había un cartel en el que pedían personal para empaquetar las cosas.
Me aproximé a servicio al cliente y pregunte por los vacantes. En mi casa no había
nadie, y fui a la cocina a buscar comida. Subí a mi habitación y encendí el
computador. Pretendo trabajar ahí para gastar un poco de tiempo, la mayoría de
las veces solo duermo, no salgo con amigos. Es verdad que tengo buenos amigos,
pero la mayoría son falsos. Es algo recurrente, pero era horrible la sensación
de soledad. Imprimí mi currículum y empecé a leer un libro. Estaba a la mitad
del libro, en una batalla entre licántropos y hechiceros, que entraron a la
torre que había ahí. Tocaron la puerta en dos oportunidades y bajé un poco
molesto.
-Ya voy, ya vo…- tocaron la puerta por tercera vez y ya
estaba enojado-. ¡Dije que ya venía!- abrí la puerta y había una tímida Camille
en el marco de la puerta, con unos ojos inmensos, asustada mirándome.
-Perdón, n-no quería molestar-me sonreí y la invite a que
pasara.
-No te preocupes, fue culpa mía. Toma asiento por favor.- le
indique el sillón del salón y fui a buscar algún refresco a la cocina.
-Perdón si vine hoy, pero encuentro que es mejor hacer el
trabajo ahora. Así no nos atrasamos con alguna otra cosa- me sonrío y cerro sus
ojos achinándolos. Camille tenía un rostro casi perfecto, todo en su cara era simétrico.
Es verdad que sus ojos eran grandes y la nariz también, pero sus cejas y labios
encajaban perfectamente en ese puzzle.
Estábamos en la mesa de la cocina, ella revisaba su libro de
biología y yo preparaba una salsa para tallarines. Me había dicho que no comía
de la mañana. Ella se paró a buscar un vaso de agua y me ofreció ayuda con la
comida. Le pedí que cortara la mitad de una cebolla. La cocina era muy pequeña,
así que mientras ella cortaba, yo traté de pasar por detrás de ella sin
tocarla; para ir a buscar las salsas a la despensa, pero Camille en ese preciso
momento se dio vuelta para decirme que estaba listo. Quedamos mirándonos una fracción
de segundos y no pude resistir lo cerca que estábamos. Sentía su respiración a
flor de mi piel, entrecortada, agitada, nuestros cuerpos inmóviles pero
extasiados por el momento. Solo pensé en besarla, la subí al mueble detrás de
ella y me abrazó con sus brazos y piernas. No pude hacerle nada, solo le pude
besar su hermoso, largo y delicado cuello. Me separe de ella no sin antes
mirarla, no podía hacerle daño, no debía. Camille bajo la mirada y se tocó su
cuello con sus finos dedos, me aleje del mueble para buscar la salsa...
Continuará.