jueves, 11 de febrero de 2016

Camille.

Salí de mi casa cansado de tanta hipocresía y tanto cinismo de quienes decían ser mis padres, solo eran un par de extraños con ganas de cuidar un niño para recibir buenos comentarios de la "sociedad". Mis padres biológicos murieron en un accidente de carretera cuando yo solo tenía 4 años, llevaba unos años en esa casa y no se me había hecho fácil la estadía ahí, tengo actualmente 17 años y ya quiero cumplir 18 para poder armar una vida solo.

Iba camino al parque de la ciudad, era un lugar algo ruidoso para mi gusto; pero me gustaba. Se podían juntar adolescentes de todas las edades, no les importaba si tenías dinero o no; solo les interesaba platicar un rato y divertirse. El parque era muy grande, tenía el tamaño de unas 6 cuadras de largo y de ancho unas 4. Los arboles eran los más grandes que había visto nunca, con diversos colores y formas. Mi favorito era un cerezo, el único allí. Se encontraba alejado del resto, cerca de un rio; el cual bajaba del cerro que conectaba lo rural con la civilización. El parque en sus alrededores eran solo cerros y eso hacía de aquel parque algo genial. Cuando tenía problemas no era el típico joven que salía con amigos y se emborrachaba para poder olvidar aquello que me hizo mal, o quedarse en casa a lamentarse y dañarse a sí mismo. Me sentaba bajo el cerezo y me ponía a leer un buen libro, a tocar guitarra, escuchar música, o solo a tomar una siesta. No era un nerd, ni tampoco el chico más popular de la escuela, era problemático, y Ruth con Cristian siempre me lo recriminaban. Muchas veces llegaba de noche a mi casa, pero era porque me quedaba pensando, pero me hacía bien.
Fui directo hacia el cerezo, pero estaba ocupado; bajo la gran sombra del magnífico árbol, se encontraba una joven pequeña: de pelo negro y muy corto, ropa muy oscura. Llevaba en su regazo un cuaderno y un lápiz, sus manos eran delicadas y movía el lápiz como si fuera una pluma, llevaba unos audífonos grandes y su cabeza danzaba al compás de la música.

Era Camille, la niña más distraída de la clase pero a la vez la que tenía mejores calificaciones. Me gustaba su forma de expresarse, la admiraba. Siempre fue retraída, pero cada vez que sonreía podía alegrar a cualquiera, sin duda era la mejor sonrisa del mundo. Me acerque a ella y la mire unos segundos. Me miró un tanto extrañada. Dibujaba increíble.

-ho-holaa- dice ella mientras cierra de improviso su cuaderno.

Sonrío en mi interior y contesto- ¿Qué dibujabas?, ¿puedo ver?- me mira, y abre su cuaderno un poco nerviosa, me muestra una niña tocando la guitarra, con un montón de colores emanando de su cuerpo-. Wow, dibujas increíble, sigue así-

-Gr-gracias- sonríe y mira temerosa sus manos, las cuales estaban pintadas de muchos colores, las esconde en su polerón en un reflejo.

Realmente era muy tierna, su timidez me encantaba. Solo me daban ganas de protegerla y cuidarla, abrazarla y no soltarla. - Me puedo sentar a tu lado, ¿Camille?- me mira con sus preciosos ojos grandes, y se sonroja.

-Bueno, pe-pero, ten cuidado- miré el pasto y estaban todos sus lápices dispersos. Me reí y los recogí, se los pasé y me senté a su lado, mientras veía como expresaba sus sentimientos a través de un dibujo.

Llegue a mi casa a eso de las 22:00 de la noche, deje las llaves en la mesa de la entrada y trote hacia las escaleras directo a mi habitación. Cerré la puerta y me tire en la cama, deje que el sueño me dominara.

Al día siguiente desperté y había una nota en el velador, era Ruth y había ido de compras con Cristian. Fui al armario y solo me cambie de polerón. Bajé a la cocina y saque unas tostadas y una caja de jugo. Era domingo y hoy no tenía ningún plan. Camine por las afueras del instituto y me encontré con Tom, mi mejor amigo.

-Hey, ¿qué tal?- le doy un pequeño golpe en la espalda y veo lo que estaba haciendo.

-Hola, bien, me pillaste –se ríe-. Estaba algo ocupado, necesito ayuda. ¿Me acompañas?- afirmo con la cabeza y lo ayudo. Estábamos en el suelo, haciendo un video en el computador para su novia. Ya llevaban 5 años como novios y siempre había escuchado de parte de él, que nunca peleaban y que eran una pareja ideal. Ella era muy tranquila y él todo lo contrario, sin duda se complementaban mucho.

A eso de las cuatro de la tarde habíamos terminado el video, yo lo grabe mientras él hablaba de sus años con ella. Todo lo que la había amado hasta ahora, y todo lo que ella lo ha ayudado a superar sus miedos y que ahora si era mejor persona, era por ella. En resumen.

Me dirigía a mi casa a paso ligero, era aún temprano y podía comprar algo en el supermercado, antes de que oscureciera. Llegue a mi casa con dos bolsas de comida. Me fui a mi habitación y empecé el festín, tocando guitarra y componiendo lo que sería mi segunda canción. 

Me levanté y apagué el despertador. Me puse unos jeans, una polera, zapatillas de lona, y una chaqueta de cuero. De camino al establecimiento me iba comiendo una deliciosa manzana. Me encontré con Camille y la mire unos segundos para saludarla con la mano. Pensé en ir y asombrarla pero me dio miedo, no teníamos tanta confianza o no éramos tan amigos para poder hacer ese tipo de juegos.

Entramos a la clase, teníamos a la primera hora biología y nos tocaba duro con la profesora Marcel, quien era nuestra profesora jefe también. Llegue a mi asiento junto a Tom y saque mis cuadernos, pero la profesora ordeno no sacar nada aún.

-Buenos días estudiantes, hoy comenzaremos un proyecto nuevo, el cual consiste en representar la estructura del ADN con materiales reciclados. Las parejas para hacerlo más equitativo van a ser escogidos por sorteo. Aquí tengo todos los nombres de ustedes- pensando, no me asustaba con quien podía hacer el trabajo, para cosas manuales siempre fui bueno, pero no se me daba pintar-. Así que por lista van a ir pasando y escogerán un solo papel de la bolsa. Ese será su compañero para la exposición.

Habían pasado 6 alumnos antes de Camille y le tocó sacar un papel. Cuando se sacaba ese papel, la persona que salía, tenía que sentarse junto a su pareja. Camille miro su papel y se sonrojo, me miro y vino hacia mí. Dejó el papel sobre la mesa y se fue a su puesto. Abrí el papel y salía mi nombre escrito en el. Debo admitir que me sorprendí, pero me pare con mis cosas y fui hacía Camille lo más desafiante que pude. No quería que me molestara nadie en el curso. Me senté junto a ella y la mire fijo, se sonrojo y corrió la vista hacia la ventana. Miré hacia adelante donde se encontraba la profesora y me sonreí por lo que el destino me tenía preparado.

Toda la clase Camille permaneció callada y no mostraba interés alguno, al que yo me sentara junto a ella.

-¿Cómo lo haremos para el trabajo? ¿voy yo a tu casa o tu a la mía?- le dije a Camille mientras salíamos por la puerta de la sala.

-Yo puedo ir a tu casa si gustas, pero pretendía hacer esto sola, si no te molestaba.

-Quiero hacer este trabajo. Ven a mi casa este fin de semana, el sábado a las 17:00. Préstame tu cuaderno -me miró algo confusa y me pasó su cuaderno-. Toma, aquí está mi número y mi dirección. Si necesitas algo solo llámame, o yo te llamo.- le guiñe un ojo y seguí caminando... sabía que no estaba bien hacer eso, pero me gustaba el cómo se sonrojaba Camille con unos simples coqueteos.

A la salida solo fui a casa, pero antes pase a un supermercado nuevo. Lo habían abierto a unas cuadras de donde vivía. Entré y en una caja había un cartel en el que pedían personal para empaquetar las cosas. Me aproximé a servicio al cliente y pregunte por los vacantes. En mi casa no había nadie, y fui a la cocina a buscar comida. Subí a mi habitación y encendí el computador. Pretendo trabajar ahí para gastar un poco de tiempo, la mayoría de las veces solo duermo, no salgo con amigos. Es verdad que tengo buenos amigos, pero la mayoría son falsos. Es algo recurrente, pero era horrible la sensación de soledad. Imprimí mi currículum y empecé a leer un libro. Estaba a la mitad del libro, en una batalla entre licántropos y hechiceros, que entraron a la torre que había ahí. Tocaron la puerta en dos oportunidades y bajé un poco molesto.

-Ya voy, ya vo…- tocaron la puerta por tercera vez y ya estaba enojado-. ¡Dije que ya venía!- abrí la puerta y había una tímida Camille en el marco de la puerta, con unos ojos inmensos, asustada mirándome.

-Perdón, n-no quería molestar-me sonreí y la invite a que pasara.

-No te preocupes, fue culpa mía. Toma asiento por favor.- le indique el sillón del salón y fui a buscar algún refresco a la cocina.

-Perdón si vine hoy, pero encuentro que es mejor hacer el trabajo ahora. Así no nos atrasamos con alguna otra cosa- me sonrío y cerro sus ojos achinándolos. Camille tenía un rostro casi perfecto, todo en su cara era simétrico. Es verdad que sus ojos eran grandes y la nariz también, pero sus cejas y labios encajaban perfectamente en ese puzzle.

Estábamos en la mesa de la cocina, ella revisaba su libro de biología y yo preparaba una salsa para tallarines. Me había dicho que no comía de la mañana. Ella se paró a buscar un vaso de agua y me ofreció ayuda con la comida. Le pedí que cortara la mitad de una cebolla. La cocina era muy pequeña, así que mientras ella cortaba, yo traté de pasar por detrás de ella sin tocarla; para ir a buscar las salsas a la despensa, pero Camille en ese preciso momento se dio vuelta para decirme que estaba listo. Quedamos mirándonos una fracción de segundos y no pude resistir lo cerca que estábamos. Sentía su respiración a flor de mi piel, entrecortada, agitada, nuestros cuerpos inmóviles pero extasiados por el momento. Solo pensé en besarla, la subí al mueble detrás de ella y me abrazó con sus brazos y piernas. No pude hacerle nada, solo le pude besar su hermoso, largo y delicado cuello. Me separe de ella no sin antes mirarla, no podía hacerle daño, no debía. Camille bajo la mirada y se tocó su cuello con sus finos dedos, me aleje del mueble para buscar la salsa... 

Continuará. 

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